NUESTRA FUERZA ES COLECTIVA: LA RADIO LA DEFENDEMOS JUNTOS
COMPAÑEROS/AS:
Nos están dejando sin salario. La inflación de marzo volvió a ser alta y en alimentos llegó al 5,9%. Por otro lado el préstamo del FMI mantiene un ciclo de dependencia y ajuste que apunta a evitar una crisis cambiaria en el corto plazo, pero agrava problemas estructurales como el aumento de la deuda, el ajuste social y la dependencia externa.
Para las y los trabajadores, este escenario es preocupante: históricamente, estos acuerdos han generado devaluación e inflación, afectando directamente los salarios y las condiciones de vida, y si no reaccionamos juntos, nos van a seguir vaciando hasta dejarnos sin nada.
En la radio nos han dado un golpe tremendo, despidieron a una compañera con 17 años de antigüedad que puede ser despedida porque no tiene estabilidad plena, problema que hemos denunciado desde el 2002, cuando empezaron a incorporar trabajadoras y trabajadores bajo la Ley de Contrato de Trabajo con el verso de la “actualización” del convenio.
Una agresión así tiene sólo una respuesta que puede resultar en que la empresa dé marcha atrás, la organización activa de las y los trabajadores en sus puestos de trabajo. Negociar no es opuesto al paro: cuando la empresa impone hechos consumados como un despido, la única forma de obligarla a sentarse a dialogar es mediante la presión colectiva. Y el paro es una herramienta concreta para lograr eso. Ninguna estructura, por bien intencionada que sea, puede sustituir la capacidad de las y los compañeros para debatir, decidir y actuar juntos en nuestro propio lugar de trabajo.
La verdadera lucha comienza donde los trabajadores compartimos nuestros problemas y buscamos soluciones colectivas. La historia muestra que los mayores avances laborales no vinieron de acuerdos entre cúpulas, sino de la presión organizada desde los puestos de trabajo.
En esta radio, como en cada rincón del país, sabemos lo que es amar este oficio. Lo damos todo frente a los micrófonos y en cada puesto, aunque los salarios no alcancen ni para la canasta básica. Hoy el FMI exige más ajustes y privatizaciones. Pero tenemos una certeza: nadie se salva solo. Si permitimos que dividan nuestras luchas —mientras los sueldos caen por debajo de la indigencia y el fantasma de la privatización vuelve a rondar—, perderemos todo. La defensa de la radio es inseparable de la pelea por el salario y por un país donde la comunicación no sea un privilegio de unos pocos.
La bronca, el miedo, la impotencia, la culpa de sentir que “algo habremos hecho mal” (¡mentira!)… todo eso es lógico. Pero hay una trampa en esas emociones: nos paralizan, nos dividen, nos hacen creer que esto es individual. Y acá nadie se salva solo.
La empresa ya tiene su estrategia clara para el momento: quiere “amigos de la gestión”. Es decir, cómplices del vaciamiento, de la devaluación, de la pérdida de la función social de nuestra radio. Quieren que nos peleemos entre nosotros, que dudemos, que bajemos los brazos. Pero nosotros no somos enemigos: el enemigo es el que nos está empobreciendo.
Y atención, compañeros/as: Que algunos repitan como loro que “el paro no sirve” es entendible si el discurso es de los trolls del gobierno, no el de los trabajadores. El paro es nuestra herramienta histórica, la que nos permitió conquistar todos nuestros derechos y avances salariales en estos 23 años. Fue la asamblea, el plan de lucha y, cuando fue necesario, el paro, lo que frenó cada ataque.
Hoy, el objetivo de este gobierno es claro: la liquidación final de RNA. Y solo hay una manera de detenerlo: con el método que ya conocemos.
No hay salida individual. Si nos callamos, si nos resignamos, si le hacemos el juego a los que quieren dividirnos, perdemos todos. La única manera de frenar este ataque es con unidad y acción colectiva.
Hoy más que nunca, necesitamos estar juntos.
A las y los compañeros que hoy dudan: entendemos las presiones, pero la historia no absuelve a los indecisos. Cuando el miedo paraliza, callar se convierte en complicidad.
Las y los necesitamos acá, para entre todas y todos defender lo nuestro. Porque en esta lucha, quedarse atrás – aunque sea sin querer – termina fortaleciendo a los que quieren ver nuestro retroceso. La puerta sigue abierta, pero el tiempo de definir está pasando.
Las gestiones pasan. Los trabajadores quedamos. Y si nos mantenemos unidos, podemos parar esto.
Asamblea general. Plan de lucha. Y si hace falta, paro. Como siempre. Como debe ser.