Luchemos para anular un impuesto confiscatorio
EL SALARIO NO ES GANANCIA
Después de 2 años sin actualización, – la última había sido en septiembre de 2008 – a mediados del año pasado, el gobierno subió en un 20% el mínimo no imponible de ganancias sobre los salarios.
Sin embargo, la elevación del piso no contempló el incremento real de la inflación, que fue en promedio del 27% en 2010 y olímpicamente se tragó la del 2009, que para la consultora de la técnica desplazada del INDEC, Graciela Bevacqua, llegó al 15%; y para Ecolatina, al 15,3%. De esta manera, la suba solo llega a la mitad de la inflación del período.
El reciente anuncio de una suba del 20% (01/04/11) lejos está de hacer justicia.
Por un lado no contempla la real inflación del período y por otro lado la liberación del precio de la nafta anunciada por Moreno hace 2 días, que es un golpe directo a nuestro sueldo.
Alimentos y transporte, el mayor consumo de los asalariados, son los directamente perjudicados por esta suba.
Así las cosas, una parte del aumento nominal o del ingreso adicional del trabajador queda neutralizado por Ganancias e IVA. Entonces la suba salarial no solo debe compensar la inflación pasada sino la incidencia de impuestos.
¿Por qué los trabajadores debemos sufrir esta confiscación?
El Gobierno necesita recaudar para hacer frente a los compromisos de pago con el exterior, y a la enorme cantidad de subsidios a empresas que operan en el país.
Ganancias hizo el aporte más significativo, ya que recaudó un 30% por encima de lo previsto inicialmente. Fue por la no actualización de los topes salariales a partir de los cuales se paga el impuesto. (clarín 27/01/11).
De esta manera los trabajadores subsidiamos los 48.032 millones de pesos que van a las tarifas de energía y del transporte, los precios de algunos productos alimenticios, la importación de combustibles, el funcionamiento de empresas públicas, los $ 45 millones que el gobierno le prestará a Eurnekian para sembrar arroz en el Chaco y entre otros, los 9 millones de dólares que se le van a pagar al Club de París (50% más del monto que se adeudaba al momento de declarar el default, a fines de 2001) .
Así, somos los asalariados los que más sumamos a la recaudación tributaria.
Para todo eso, y mucho más, el Gobierno hecha mano a las arcas del Anses (plata de los trabajadores) y redobla la recaudación ejerciendo una presión tributaria mayor que se traduce en que se queda, en concepto de impuestos, con el 32% de nuestro salario.
La crisis desatada en el 2001, la estamos pagando los trabajadores. Por aquel entonces, tributábamos el 22,4%, contra el 32% actual que se incrementará al cierre de las paritarias.
En vías de recuperar nuestro salario, este año se nos impone la lucha por un aumento que refleje la realidad de lo que aumentan los precios y una batalla de conjunto con el movimiento obrero por terminar con este impuesto confiscatorio.
Para que la crisis no la paguemos los trabajadores, DEROGACIÓN YA DEL IMPUESTO A LAS GANANCIAS EN LOS SALARIOS.